¿A qué nos referimos cuando hablamos de agua virtual? El Director del Departamento de Ingeniería Química Dr. Jorge Stripeikis explica el concepto y presenta alternativas para reducir el consumo de este recurso natural.
Periódicamente recibimos recomendaciones de organizaciones que defienden el ambiente para el cuidado y ahorro del recurso agua. En ese listado figuran sugerencias tales como ducharse de una forma optimizada, no dejar el grifo abierto al lavarse los dientes o al lavar los platos, reutilizar el agua y racionalizar el riego, entre otros ejemplos.
Sería interesarse imaginar qué se pensaría si en esa lista aparecieran opciones como consumir te en lugar de café, racionalizar el uso de jeans, priorizar el consumo de ciertos vegetales sobre otros, disminuir la ingesta de carne vacuna, etc.
¿Qué tienen que ver estos últimos ítems con el ahorro de agua?
Bien, ya es hora de saber que cuando nos compramos un pantalón jean estamos consumiendo 10.000 litros de agua, y al disfrutar de una apetitosa hamburguesa -sólo teniendo en cuenta la carne-, estamos empleando 2.400 litros de agua. Entonces no sólo consumimos agua cuando bebemos o nos duchamos, sino también cuando comemos o nos vestimos. Este proceso es lo que definimos como el “agua virtual”, es decir, el agua contenida en un producto, no en el sentido real sino de manera virtual. Se refiere, por ende, al agua empleada para elaborar un producto determinado. A partir de la suma de los productos consumidos y su equivalencia en agua virtual, se puede afirmar que cada persona gasta entre 2.000 y 5.000 litros de agua por día de media.
En cualquier caso, más allá de estos datos llamativos, esta teoría tuvo aplicaciones prácticas muy interesantes en el intercambio económico y el denominado “comercio de agua virtual”. Por ejemplo, un país árido o semi-árido como España puede intercambiar sus tomates -200 litros por kilo- por trigo -600 litros por kilo- de otras naciones con mayor acceso al agua. De hecho la República Argentina es una exportadora neta de agua virtual ocupando el cuarto lugar en el ranking, detrás de Canadá, Australia y Estados Unidos y apenas por delante de Brasil.
Otro aspecto que vale la pena resaltar respecto al agua virtual, son las implicancias que puede tener en los hábitos alimenticios y en las tendencias de consumo de una población. Por ejemplo, si los chinos o los indios cambian sus hábitos alimenticios y los equiparan a los de un pueblo norteamericano medio -en Estados Unidos el consumo de carne es 3 veces superior a la media mundial-, la balanza comercial de agua virtual del mundo puede distorsionarse severamente y conducir a un proceso en el que el consumo de agua aumente notablemente y, en consecuencia se alcance su escasez a nivel global.
En definitiva, esta situación tan real como silenciosa, requiere de un tratamiento acorde. Los consejos tradicionales de ahorro son útiles pero es necesario que se introduzcan iniciativas tendientes a incorporar el concepto del “agua virtual” en nuestros hábitos. Así, estaríamos dando un paso fundamental en la preservación del recurso más trascendental para la humanidad.
+Columna publicada el 14/05/19 en la revista Visión Sustentable.
Crédito Foto: Markus Reugels