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FRANCO RIVERO   LA NACIÓN   LINK A NOTICIA ONLINE

La movida se repite en varios niveles, es una disciplina que entusiasma y en la que los alumnos aprenden matemática y programación.

Es lunes por la tarde cuando Martín Guzmán abre su laboratorio de robótica para impartir algunas clases y talleres. Dicho así, suena a alguna institución de avanzada en el Silicon Valley. Pero no, Martín es profesor de informática en el Instituto San Eduardo de la ciudad de José C. Paz, una escuela secundaria en donde además de aprender saberes esenciales en matemáticas, literatura, filosofía y ciencias naturales, también se aprende a armar y programar robots.

Tan pronto se abre el laboratorio, los primeros asistentes del taller comienzan a llegar, impacientes. Algunos tienen 12 años y no muchos superan el metro y medio de estatura. “Lo primero que preguntan entusiasmados es: «Profe, ¿qué vamos a aprender hoy?». De inmediato arman grupos y un representante de cada uno se aproxima a buscar un kit completo, que los ayudará a desarrollar la capacidad de imaginar diversas soluciones para los problemas y mantener abierta la mente para los nuevos conocimientos,” dice Guzmán, entusiasmado.

Éste es sólo uno de los ejemplos del cambio de paradigma que está experimentadno la educación, en la que los conocimientos como la robótica y la programación resultan de sumo interés para los tiempos que nos han tocado vivir.

“Los kits didácticos son cada vez más económicos y pueden estar al alcance de casi cualquier familia. Esto permite llevar el estudio de robótica al aula de la primaria, incluso hasta el jardín de infantes, donde se pueden utilizar como herramienta de aprendizaje, además de despertar vocaciones tecnológicas en los chicos,” asegura el Dr. Miguel Aguirre, director del Departamento de Ingeniería Electrónica y Eléctrica del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), en diálogo con LA NACION.

El amanecer de los robots

Si algo nos ha enseñado la ciencia-ficción de Hollywood es que los robots vienen del futuro y tienen, en la mayoría de los casos, un único objetivo: causar caos. Para entender los rudimentos de la robótica educativa hay que deshacerse de tales preconceptos.

La ingeniera Soledad Corrales es coordinadora general del Departamento de Aprendizaje Visual de la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Buenos Aires (UTN-BA), institución que desde hace años lleva adelante diferentes talleres en informática para escuelas de nivel medio en los que, también, se destaca el taller de robótica. “Para aquellas escuelas que deseen capacitarse a través de la UTN Buenos Aires, nosotros les proponemos un temario basado en el uso de software libre (el lenguaje de programación Scratch) y hardware libre para armar el robot.

“El kit tecnológico se conforma fundamentalmente de una placa Arduino [un microcontrolador de hardware libre], sensores, motores, LED y demás elementos que hemos seleccionado para el desarrollo del temario. La idea es que la escuela pueda adquirir estos materiales en cualquier local de insumos electrónicos, a muy bajo costo,” comparte durante la entrevista.

Tampoco es necesario que la escuela cuente con docentes que sepan programar en Scratch o armar robots. “No necesitan contar con materiales especiales, ni profesores capacitados. Aquellas escuelas que estén interesadas en participar de esta acreditación, pero que no posean experiencia previa en el dictado de estos contenidos, tendrán la posibilidad de participar de una propuesta de formación docente. El temario a desarrollar por la universidad se basa en el uso de hardware y software libre,” agrega Corrales.

Experiencias en el aula

Gustavo Riessinger es coordinador de la Escuela Municipal de Robótica de la localidad de Vicente López que, actualmente, cuenta con dos sedes, una en Olivos y otra en Villa Martelli, donde concurren chicos de 8 a 17 años. Pero eso no es todo.

“También estamos dando clases de robótica en los Centros Barriales Juventud, a los que concurren chicos con vulnerabilidad social. Muchos de ellos viven en barrios carenciados del partido,” explica Riessinger.

Según el docente, los beneficios de este tipo de aprendizajes no tardan en aparecer. “Despierta en los jóvenes inquietud por el estudio aplicado a situaciones cotidianas, les abre el conocimiento a disciplinas no tradicionales, realizan cálculos matemáticos, para determinar ángulos de giro y potencia del motor, aprenden a resolver situaciones problemáticas en niveles de complejidad creciente, y adquieren conocimientos de programación en diferentes lenguajes, comenzando por Lego, continuando con Mini Blocks, Arduino y Brick Command,” afirma.

Por su parte, Guzmán sostiene que “en las clases de robótica, los alumnos logran aprender lo más básico de las leyes de la física, así como también conocer todo tipo de sensores que actúan con el medio y provocan datos que son obtenidos, codificados y programados para generar el funcionamiento de lo que llamamos actuadores, como ser un motor o el encendido de una luz LED.”

Siguiendo este camino, el ITBA organizó en agosto último, un curso de robótica para niños que llevó un pegadizo nombre: Robotito. Durante el taller (que se repetirá en el mes de octubre) se enseñaron los primeros pasos de programación y pensamiento lógico a través de la creación de distintos robots móviles con los que experimentaron durante la actividad.

El programa contó con el apoyo de la compañía Lego, que proporcionaron los robots para trabajar. “Hoy la mayor parte de los niños de entre 8 y 10 años tienen una vida atravesada por la tecnología, por lo que su curiosidad e interés en estos temas va en aumento y resulta necesario captar su atención,” observó, al finalizar el evento, la ingeniera Marisabel Rodríguez, coordinadora del programa.

También en la universidad

En estudios superiores, la robótica también se encuentra presente como disciplina transversal en muchas carreras.

“Robótica en serio es un tema que se estudia a nivel posgrado (maestría o doctorado). En el ITBA les damos a los alumnos los conocimientos generales de matemática, física, mecánica y electrónica indispensables y, además, ofrecemos un conjunto de materias electivas para abrirles las puertas al mundo de la robótica.

“Tenemos graduados que están trabajando en proyectos de robótica industrial en plantas automotrices, en algoritmos de vuelo coordinado de drones, en programación de aplicaciones para robots en Google, y así -indica Aguirre-. La robótica es una ciencia compleja que puede ser abordada desde distintos ángulos: informática, electrónica, mecánica, física, matemática, y otras disciplinas. En la universidad se realizan trabajos y aplicaciones en materias como Ingeniería Electrónica y Mecánica, principalmente dentro del área llamada Mecatrónica, que es precisamente la simbiosis de electrónica y mecánica”.

Cuentas pendientes

El gran problema es que, en la educación primaria y secundaria, tanto la programación como la robótica se estudian, en la mayoría de los casos, de manera extracurricular. El desafío de actualizar los diseños curriculares es un diálogo que aún sigue en estado latente.

“Puedo fundamentar con toda certeza que la robótica y las nuevas tecnologías deberían tener su propio espacio en la currícula educativa. Tanto en el nivel nacional como en el global, mejorar la alfabetización digital es uno de los pilares para el crecimiento, y la robótica forma parte de eso. En no muchos años la demanda de trabajadores relacionados con las tecnologías de la información y comunicación crecerá de manera abrupta y, sin la formación adecuada, quedarán fuentes de trabajo sin cubrir,” asegura Guzmán.