Menú

CLARÍN   LINK A NOTICIA ONLINE

TENDENCIA REGIONAL. Resulta escasa la incorporación de procesos que permitan el crecimiento y la sustentabilidad del nuevo negocio.

Uno de cada tres trabajadores en Latinoamérica trabaja en forma independiente o es un pequeño empleador, factores que evidencian el potencial emprendedor en la región. De hecho, la tasa per cápita de propietarios de negocios es mayor que la de otras regiones con niveles de ingreso semejantes. Pero al analizar el perfil de los emprendimientos, se advierte que en nuestra región la incorporación de innovación a los procesos productivos es escasa, lo que termina por limitar el crecimiento y la sustentabilidad de los negocios.

Estas son algunas de las conclusiones a las que arriba un informe del Banco Mundial (BM), “El emprendimiento en América Latina: muchas empresas y poca innovación”. La clave para entender este fenómeno es la cantidad y el desarrollo de los llamados emprendimientos de alto impacto o ‘transformacionales’, según la visión del Banco Mundial.

“El hecho de que existan tantas empresas pequeñas puede ser el síntoma de un desequilibrio dañino: demasiadas firmas con poco potencial de crecimiento y escasez de los que llamamos emprendedores “transformacionales”, que son esenciales para la generación de puestos de trabajo de calidad y el aumento de la productividad”, subrayó durante la presentación del documento Augusto de la Torre, economista jefe del BM para América Latina y el Caribe.

Juan Manuel Menazzi, director del Centro de Emprendedores del ITBA, recuerda que en la Argentina muchos negocios internos son emprendimientos por necesidad, pero los más prometedores son los emprendimientos de alto potencial, aquellos que “en 4 o 5 años son capaces de duplicar su cantidad de empleados, la facturación y describen una curva exponencial”.

Los especialistas sostienen que un emprendedor exitoso es quien logra convertir buenas ideas en negocios rentables, pero esto requiere la capacidad de innovar, introducir nuevos productos y explorar nuevos mercados. “La innovación no es hacer más de lo mismo sino hacerlo mejor, o directamente hacer algo nuevo”, señala Damián Martínez, coordinador del Centro Entrepreneurship de UADE, para quien “la empresa que pierde el espíritu emprendedor tiende a anquilosarse”. Por eso cree que “la incorporación de innovación es la única fuente para asegurar la competitividad a largo plazo”.

La innovación es, en suma, la que lleva a ampliar horizontes y generar nuevas oportunidades de trabajo, pero al Banco Mundial le preocupa que incluso las firmas exitosas permanecen siendo pequeñas en la región. Empresas con 40 años o más en América Latina emplean en promedio 110 personas, mientras que en Asia Oriental contratan 170, en Europa Oriental 220 y en países desarrollados de alto ingreso llegan hasta los 250 empleados. Al respecto, el organismo cuestiona ciertas políticas públicas enfocadas a las pymes a partir del supuesto de que son, en sí mismas, generadoras de empleo. Para el organismo multilateral, el mayor dinamismo empleador está en las empresas más jóvenes, sean o no pymes, porque usualmente son más innovadoras.

La brecha de innovación entre América Latina y otras regiones “existe no sólo en el ámbito de la investigación y desarrollo (I+D) y las patentes, sino también en el contexto de la innovación de productos y procesos”, destaca el Banco Mundial. Pero lo más llamativo es que esto les pasa incluso a las grandes empresas de la región. Mientras las multinacionales latinoamericanas manufactureras invierten en I+D US$0,06 por cada US$1000 de ingreso, sus competidoras de China invierten US$2 por cada 1000, y las multinacionales de países de alto ingreso llegan hasta US$2,6.

Un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) puntualiza que la creación y expansión de startups (nuevas empresas) enfrenta mayores barreras en los países de América Latina que en los desarrollados. “Esto se debe a la menor disponibilidad de formas apropiadas de financiamiento, al escaso dinamismo de los sistemas nacionales de innovación y a la prevalencia de un marco regulatorio que, en muchos casos, dificulta la creación y el cierre de empresas”.

Respecto de la Argentina, Menazzi considera que el emprendedorismo “es pujante y hay muchas oportunidades en biotecnología y en TIC, pero tenemos problemas en la fase de escalado del proyecto, cuando se plantea el crecimiento de la empresa”. El mayor desafío del emprendedor es el diálogo con inversores, porque “en general le habla de la validez de su proyecto pensando a cinco años, pero el inversor quiere invertir poco, quedarse con una parte grande de la empresa y salir rápido, en no más de dos años”, explica el experto.