¿Qué alcances domésticos puede entregarnos próximamente la tecnología? La visión del Ing. Luis Paolini, docente de la Licenciatura en Administración y Sistemas.
En una charla con un amigo arquitecto le propuse la alternativa de comenzar un algoritmo de computadoras que, en base a todos los planos de AutoCAD (software por excelencia para digitalizar un plano) que se encuentren disponibles en la red o se alimenten al sistema, realice una casa nueva a pedido de un cliente. Este algoritmo se encargará de hacer algo en base a las limitaciones que le imponga el cliente en un determinado pedido, como cantidad de metros a construir, si tiene uno o dos baños y demás, y finalmente le devolverá en pocos segundos un plano completamente nuevo junto con un “render” (una digitalización en 3 dimensiones) de manera que el cliente pueda experimentar su casa antes de que la misma sea construida. Mi amigo me consultó si estaba hablando de un capítulo de la conocida serie “Black Mirror” o de la realidad, a lo cual, y afortunada/lamentablemente para muchos me incliné por la segunda opción.
Este tipo de algoritmos pueden ser mejorados de forma constante con un simple “esta casa no me gusta” de parte de un cliente, como así también de mejoras por parte de un arquitecto en base a los detalles que el mismo introduzca a lo que la computadora genere. Son algoritmos retroalimentados por nosotros con los cuales generarán en un futuro mejores planos que los que hicieron al principio. Hablamos de algoritmos de “aprendizaje profundo”, o softwares computacionales que, asemejándose a la manera que un cerebro humano aprende, genera más y mejores resultados a medida que uno interactúa con él.
Si bien lo descripto anteriormente pueda sonar aterrador para el lector, esto es una invitación para reflexionar sobre dos puntos enormemente promisorios para la humanidad: por un lado, nos encontramos en los inicios de una era donde el ser humano será aumentado por los algoritmos computacionales como nunca antes lo hemos visto, ¿se imaginan la posibilidad de llegar a sus casas y que la comida que más les guste se encuentre caliente y preparada sin que nadie haya tenido que interactuar? O tal vez un algoritmo que les prepare el tour más económico por todos aquellos lugares a los que siempre desearon ir, pero solo pudieron visitar por fotos en internet, y esto es solo el comienzo. A su vez, tenemos por delante un salto cuantitativo en la manera que los seres humanos generaremos bienes y servicios aumentados por estos algoritmos computacionales. Bienes y servicios de cada vez mejor calidad y cantidad y para los cuales se necesitará una masa laboral formada y adaptada a las necesidades del mundo laboral del futuro.
Pensemos por un momento si como sociedad estamos adaptados al futuro que se viene: ¿nos encontramos en condiciones de abrazar las tecnologías que el mundo esta descubriendo? ¿o vemos a las mismas como una amenaza latente para nuestro status quo? Henry Ford una vez mencionó que si les hubiese consultado a sus clientes sobre qué era lo que necesitaba, ellos hubieran dicho: “caballos más rápidos”. De la misma manera que Ford cambió radicalmente la manera en la cual nos movilizamos, pensemos cómo nos vemos como sociedad en los próximos 5 a 10 años.