Recientemente retirado como docente de grado, el Ing. Juan Rosbaco repasa recuerdos de sus 25 años en las aulas del ITBA y habla de la importancia del rol del profesor.
El martes 30 de mayo se celebró el encuentro de graduados de Ingeniería en Petróleo y el evento contó con un condimento especial: se aprovechó la oportunidad para homenajear a Juan Rosbaco, uno de los docentes emblemáticos del Departamento.
“Es un formador de formadores”, “me marcó para toda mi carrera”, fueron algunas de las frases que repitieron alumnos, profesores graduados y autoridades al mencionar al agasajado.
Rosbaco mantiene muy fresco el recuerdo de sus comienzos en el ITBA, aquel segundo cuatrimestre de 1992. “Me tocó empezar con una camada maravillosa, por lo capacidad, las ganas de aprender y sobre todo por la calidad humana de los alumnos. Podría decir de memoria el nombre de todos ellos, muchos de los cuales hoy son grandes amigos míos. Fue la única camada a la que le di una sola materia (Ingeniería de Reservorios) porque luego fui tomando otras asignaturas y empecé también como docente en Postgrado, donde hoy sigo siendo profesor para dictados en el interior y como director de dos carreras”.
Si bien pasaron los años, hay ciertas cosas que para Juan no mutaron en la Universidad: “Evidentemente hay diferencias entre 1992 y hoy. Se notan más que nada en lo edilicio y porque el mundo cambió, pero en esencia el don de gente de los alumnos del ITBA sigue siendo el mismo. Y ojo, que no es una frase hecha”.
Aunque se acaba de retirar como docente de grado, a este fanático de Boca Juniors le resulta difícil imaginarse lejos de la actividad. “Estoy en la docencia desde antes de recibirme y he pasado por varias universidades. Profesionalmente siempre fue lo que prioricé, tal vez por motivos egoístas. Un amigo mío me recordó que hace casi 50 años una vez le dije que quería ser un gran ingeniero de reservorios y que por eso enseñaba”.
“La mejor manera de aprender es enseñando porque las preguntas que nos hacen los alumnos nos obligan a investigar y el deseo de no pasar papelones no solo nos obliga a estudiar, sino fundamentalmente a ordenar nuestros conocimientos. Además, ahora que soy `viejo´ lo veo claramente: enseñar rejuvenece y divierte. Si bien, a veces luego de ocho horas de clase termino muerto, en el verano, durante el período de receso, noto que algo me falta”, agrega con gran soltura.
Para finalizar, Rosbaco ofrece su visión sobre los aspectos fundamentales que debe tener un profesional para destacarse en su actividad. “No se puede trabajar bien sin conocimiento de la teoría. Si un ingeniero no tiene una base sólida consolidada y acrecentada todos los días una vez recibido, no será eficiente en su trabajo. Teoría y práctica no son dos cosas separadas. No se puede ser un buen práctico sin una base teórica sólida, complementada a su vez por un sentido común que permita diferenciar los aspectos fundamentales de los secundarios”.