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En entrevista, el Rector del ITBA rememora su designación como Académico de Número por parte de la Academia Nacional de Ingeniería.

Su motor siempre fue la educación. No importó el rol que ocupase, porque siempre encontró la manera de promover los conocimientos académicos, sea a cargo de un aula –en la que se desempeña desde hace cinco décadas en carreras de grado y postgrado- o mediante un rol directivo en una empresa multinacional. Sus 16 años liderando la gestión académica coronan –aun más- su visión sobre los profesionales del futuro, esos que Argentina necesita para seguir desarrollándose. Igualmente, cuando desde la Academia Nacional de Ingeniería le anunciaron su nombramiento como Académico de Número, la sorpresa y el orgullo lo invadieron.

“Me llega en una etapa ya madura de mi carrera, con 50 años de graduación. Es el reconocimiento más importante de todos los premios recibidos. En mi interpretación es el más valioso pues proviene de los colegas de la profesión”, expresa el Ing. José Luis Roces reiterando esa emotividad manifestada el13 de abril cuando en una ceremonia –celebrada en la Casa de las Academias Nacionales- se formalizó su designación.

-¿Qué significa para vos esta oportunidad?

-A esta posición han llegado los profesores notables de las distintas universidades del país, como también los profesionales que en su trayectoria se han diferenciado por su contribución a la sociedad y en especial su comportamiento y valores éticos. La selección y la elección es un largo proceso, donde la Academia acumula antecedentes y pesa muchísimo las opiniones de todos sus integrantes. Por todo ello, cuando uno es designado, como es mi caso, no solo se alegra sino también se sorprende, pues el proceso es absolutamente secreto hasta el momento de la designación.

-¿Qué funciones puntuales engloban a un Académico de Número?

-Son variadas, como concurrir a las reuniones mensuales donde se debaten temas de la profesión y de las consultas de distintos ámbitos de la sociedad, presentar trabajos en comisiones y en debates internos entre los académicos, representar a la Academia en el país y en el exterior. Además de integrar grupos, comisiones e institutos que dependen de la Academia y ser consultado en temas de la especialidad.

-¿Qué actitudes personales creés que le podés aportar a la Academia en tu nuevo rol?

-Las que siempre he creído y desarrollado en mi vida profesional: el respeto a la persona sin ninguna discriminación de origen, sexo, edad, raza, credo o ideología. La de la mejora permanente y la dedicación en mantenerse actualizado en la evolución tecnológica, y la de comprometernos colaborando con nuestro modesto aporte personal en el desarrollo de un país que genere oportunidades para que todos sus habitantes alcancen su potencial, en especial a través de la educación. Esta convicción me ha orientado para dejar mi carrera de directivo empresario y dedicarme exclusivamente a la gestión universitaria. No me arrepiento en nada en la decisión y creo que la Academia es un campo propicio para seguir aportando en la misma dirección.