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El graduado en Ingeniería en Mecánica Daniel Wahrmann y su presente en la Universidad de Múnich, en donde se dedica a la investigación en locomoción robótica y navegación automática.

La infancia es en muchos casos el momento puntual en el que la vocación abre lentamente sus ojos y se nutre de los estímulos que empiezan a aparecer. Así, por lo menos, parece ser el caso del Ing. Daniel Wahrmann, quien desde pequeño recuerda tener fascinación por la ciencia y tecnología. “Soy de los niños que crecieron mirando el `Mundo de Beakman’ y dándoles dolor de cabeza a mis padres con el estado en que podrían llegar a encontrar mi casa producto de mis `experimentos’. Anécdotas de esa época incluyen fichas de luz quemadas con una alarma casera, cortinas manchadas con `lava de volcán´ y pisos mojados para demostrar el funcionamiento de un aerodeslizador. Mi sueño era ser inventor, y el trabajo en ingeniería robótica es la versión adulta de ese sueño.”

A sus 30 años, el Ingeniero Mecánico del ITBA pudo romper su propio molde: se graduó en 2012 en la focalización de Mecatrónica, se desempeñó en Invap y en Satellogic desarrollando nanosatélites y desde hace 4 años se encuentra en la Universidad de Múnich, donde trabaja con robots humanoides.

– Hoy en día te acabás de doctorar como Ingeniero y sos experto en locomoción robótica y navegación automática. ¿En qué grado creés que se está avanzando en la posibilidad de emplear esta tecnología al servicio de personas con problemas de movilidad?

– La aplicación médica de mi trabajo es uno de los aspectos que más me motiva. Hay muchos equipos trabajando en los distintos aspectos de este tipo de aplicaciones y ya surgieron algunos resultados iniciales de laboratorio. En otro tipo de industrias, ese paso es de unos pocos años, pero, al ser una aplicación médica, surgen dos grandes problemas. En primer lugar, cada caso y cada paciente es distinto, por lo que requiere una solución diferente. Afortunadamente la neurobiología está haciendo grandes avances que facilitarán soluciones más generales a partir de señales cerebrales. Además, como toda aplicación médica se requiere un largo periodo de habilitación para que sea aprobada al público en general.

– Más allá de conocimientos académicos puntuales, ¿qué competencias considerás que te brindó el ITBA para poder desarrollarte actualmente?

-Una de las mejores características de la Universidad y la razón por la cual me decidí a estudiar ahí es la cantidad de actividades extracurriculares en las cuales se puede participar. Esos proyectos -como el Fórmula SAE y la competencia de robótica Ingenio en Acción, por nombrar algunos- le dan a uno una experiencia de ingeniería completa que es muy útil más adelante. Aún más importante es el énfasis que se da, tanto fuera como dentro del aula, al trabajo en equipo. Hoy en día no hay proyecto en ingeniería que sea desarrollado en solitario, y la capacidad de organizar un trabajo en conjunto y dividir tareas es fundamental.

– Viniste de Uruguay a Buenos Aires para estudiar y de allí partiste a Múnich, ¿cómo te gustaría que continúe tu travesía con la robótica? 

-En estos momentos quisiera creciendo personal y profesionalmente. Por más que haya terminado el doctorado, siento que me queda muchísimo por aprender así que estoy abierto a cualquier oportunidad que pueda surgir. En algún futuro me gustaría regresar a Argentina o Uruguay, generar cambios a nivel local y motivar a nuevos alumnos a desarrollar nuevas tecnologías.